¿Se puede elevar la actividad de la corteza prefrontal izquierda y así convertirnos en personas emocionalmente más positivas?

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Según Bárbara Fredrickson, tanto las emociones negativas como las emociones positivas tienen una función adaptativa, pero actúan en escalas de tiempo distintas. Las emociones negativas como el miedo, la ira o la ansiedad nos preparan para realizar una conducta de supervivencia en una situación de peligro. Nos preparan para una reacción inmediata. En cambio, los beneficios adaptativos de las emociones positivas son a más largo plazo.

 Las emociones positivas ayudan a construir un conjunto de recursos personales (físicos, intelectuales y sociales) que el individuo puede aprovechar posteriormente para afrontar una dificultad, escogiendo opciones más creativas. Según el modelo de Fredrickson, hay tres efectos secuenciales de las emociones positivas:

  • Ampliación: las emociones positivas amplían las de pensamiento y acción.
  • Construcción: debido a la ampliación, se favorece la construcción de recursos personales para afrontar situaciones difíciles o problemáticas.
  • Transformación: esta construcción produce la transformación de la persona, que se torna más creativa, muestra un conocimiento más profundo de las situaciones, es más resistente a las dificultades y socialmente mejor integrado, con lo que llega a una “espiral ascendente” que lleva a que se experimenten nuevas emociones positivas.

Según Pekrun y Frese (1992), el trabajo es uno de los elementos más importantes de la vida emocional del ser humano y además, la importancia que la felicidad en el trabajo tiene sobre la satisfacción con la vida en general está ampliamente avalada por distintas investigaciones.

Según Harter, Schmidt y Hayes (2002) entre una quinta y una cuarta parte de la variación que se da en la satisfacción vital de un adulto se explica por el grado de satisfacción laboral de que goce.

Por su parte, Lyubomirsky, King y Diener (2005), analizaron los beneficios del bienestar laboral subjetivo o satisfacción laboral y su relación con un gran número de indicadores éxito, tanto de la vida laboral como privada. Los resultados de sus investigaciones mostraron que los trabajadores felices presentaban múltiples ventajas frente a sus compañeros menos felices, tales como mayor seguridad en obtener entrevistas de trabajo; una vez obtenido el trabajo, eran evaluados de manera más positiva por sus supervisores, mostraban mejor desempeño y rendimiento y se manejaban mejor en puestos directivos; además tenían menor probabilidad de mostrar conductas contraproductivas en el trabajo y burnout.

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Efecto de las emociones positivas.-Las emociones positivas tienen efectos beneficiosos sobre el aprendizaje al mejorar procesos relacionados con la atención, la memoria o la resolución creativa de problemas. Con la simple observación de imágenes que constituyan estímulos diferentes, ya sean positivos, negativos o neutros, se activan diferentes regiones cerebrales. En el caso de los positivos, interviene el hipocampo que favorece los procesos memorísticos y de aprendizaje mientras que, en el caso de los negativos, se activa la amígdala (Erk et al., 2003).


La neurociencia está demostrando que las personas con una gran actividad cerebral en la corteza prefrontal izquierda son más propensas a experimentar sentimientos asociados a la felicidad, la alegría o el entusiasmo.

Por el contrario, aquellas con una elevada actividad de la corteza prefrontal derecha (en conjunción con una actividad baja de la corteza prefrontal izquierda) son más propensas a experimentar sentimientos relacionados con la ansiedad o la tristeza. La corteza prefrontal, sede de las llamadas funciones ejecutivas, es crucial en los procesos de regulación emocional y la región izquierda, en concreto, es capaz de inhibir la amígdala facilitando la resiliencia (Davidson, 2012). 


Las preguntas que se plantean son las siguientes: 

  • ¿Se puede elevar la actividad de la corteza prefrontal izquierda y así convertirnos en personas emocionalmente más positivas? 
  • ¿Es posible aumentar las conexiones entre la corteza prefrontal y la amígdala que nos permita soportar mejor las adversidades de la vida? 

La respuesta nos la dan las modernas investigaciones en neurociencia y es afirmativa.

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