Veamos el proceso fisiológico que ocurre cuando el estrés se presenta. En pocos segundos el cuerpo se prepara para el esfuerzo mediante el aumento sustancial de la presión arterial y del ritmo cardíaco; el hígado segrega glucosa y utiliza las reservas de grasas para procesarlas como triglicéridos para producir energía.
El sistema circulatorio desvía la sangre de las funciones no esenciales (como la digestión) hacia el cerebro y los músculos. La intención del cuerpo es extinguir el estrés mediante la lucha o la huída. Sin embargo, si el factor estresante no se elimina como resultado de estas respuestas fisiológicas, la presión arterial elevada empieza a cobrar su cuota en las arterias.
Además, como el exceso de grasa y la glucosa no se metabolizan de inmediato, permanecen en los vasos sanguíneos. Las enfermedades del corazón, las apoplejías y la diabetes son consecuencias comunes.
Si el estrés continúa, ocurre una respuesta fisiológica menos severa. El hipotálamo envía una señal a la glándula pituitaria para segregar una sustancia llamada hormona adrenocorticotrópica (ACTH), la cual estimula la corteza adrenal para producir un conjunto de hormonas conocidas como glucocorticoides.
La acción de la ACTH sirve para estimular una parte del cerebro que es vital para la memoria y el aprendizaje; sin embargo un exceso podría ser tóxico, por lo que en condiciones de mucho estrés, son comunes los problemas cognoscitivos y de memoria.
Estos mismos glococorticoides también suprimen partes del sistema inmunitario, de manera que el estrés crónico provoca que la gente sea más vulnerable a las infecciones.
Algunas estrategias de reacción comunes, como beber, tomar píldoras para dormir o liberar la tensión mediante el enojo, pueden convertirse en un hábito dañino.
¡Las personas se vuelven más torpes!
Propuesta: eliminar los factores estresantes y dotar a las personas de técnicas y recursos proactivos, para poder gestionar mejor el estrés.
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