Los individuos resistentes al estrés presentan niveles elevados de tres rasgos psicológicos

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El doctor Martin Seligman impulsor de la Psicología Positiva y sus colegas de la Universidad de Pennsylvania, entre otros, se han dedicado a estudiar las diferencias de salud que existen entre personas optimistas y pesimistas. Estos dos grupos se explican de manera muy distinta las causas de lo que les ocurre en la vida (catástrofes naturales, contratiempos personales, enfermedades o cualquier otra situación estresante).

Hay quienes se explican de manera pesimista las causas de las cosas negativas que les ocurren. Cabe destacar en este sentido, el hecho de culparse a uno mismo y de pensar en que los efectos de lo ocurrido durarán mucho tiempo y se extenderán a muchos aspectos diferentes de su vida. Según el doctor Seligman, este estilo atribucional consiste en una pauta que insiste en que “la culpa es mía, durará siempre y afectará a todo lo que hago”.

En su caso extremo esta pauta refleja a una persona desesperada, gravemente deprimida y excesivamente preocupada por si misma (un estado de pensamiento que algunos denominan catastrofización). Un ejemplo muy claro de este estilo lo ilustra esta reacción ante un fracaso de cualquier tipo; “siempre he sabido que era un estúpido y esto no hace mas que confirmarlo; nada me sale bien“.

El optimista en la misma situación contempla las cosas de manera diferente. No tiende a culparse de las cosas malas que le ocurren y en el caso de que lo haga, considera que se trata de situaciones provisionales que acabarán resolviéndose. En este sentido tiende a considerar los acontecimientos negativos como algo limitado en el tiempo. Dicho en otras palabras, se centra en las consecuencias concretas de lo que ha ocurrido y no incurre en afirmaciones y proyecciones globales que le lleven a desproporcionar las cosas. Por ejemplo, “esta vez he metido la pata, pero la próxima vez intentaré hacerlo mejor”.

La investigación realizada por Martín Seligman y sus colegas ha puesto de relieve la presencia de un riesgo significativamente mayor de depresión en las personas que cuando tropiezan con un problema, apelan a un estilo atribucional pesimista. También es más probable que después de un acontecimiento negativo, los pesimistas presenten síntomas físicos y cambios hormonales e inmunitarios asociados a una mayor vulnerabilidad a la enfermedad.

En un estudio realizado en pacientes de cáncer, estos investigadores también demostraron que cuanto mas pesimista era el estilo atribucional de la persona, antes moría. Y otro estudio realizado con jugadores de béisbol, descubrió una mayor probabilidad de muerte en aquellos que cuando eran jóvenes y sanos, presentaban un estilo pesimista frente a aquellos con un estilo optimista.

Las conclusiones a las llegó Martín Seligman, es que no es el mundo el que aumenta el riesgo de padecer una enfermedad, sino el modo en que consideramos y pensamos en lo que nos ha sucedido. El trabajo realizado por el Doctor Seligman sugiere que esta forma de pensar aumenta el riesgo de la persona de padecer una enfermedad y puede explicar por qué en igualdad de otros factores, como al edad, el sexo, la costumbre de fumar y la dieta, hay personas más vulnerables que otras a la enfermedad y la muerte prematura.


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Las pautas optimistas de pensamiento en respuesta a acontecimientos estresantes, por el contrario, parecen tener un efecto protector contra la depresión, la enfermedad y la muerte prematura.

Una pauta de pensamiento que parece muy importante para mejorar nuestra salud es lo que se denomina autoeficacia, es decir, la creencia en la capacidad de controlar los acontecimientos concretos de nuestra vida. Los estudios realizados en este sentido por el doctor Albert Bandura y sus colegas de la facultad de Medicina de la Universidad de Stanford demostraron que una elevada sensación de autoeficacia es el predictor mas adecuado y congruente de resultados positivos sobre la salud

La doctora Suzanne Kobasa, de la Universidad de la Ciudad de Nueva York ha centrado sus estudios en ejecutivos, abogados, conductores de autobuses y otros grupos de personas cuya vida laboral era muy estresante. Según la doctora Kobasa, los individuos resistentes al estrés presentan niveles elevados de tres rasgos psicológicos, el control (la creencia de que pueden influir en su entorno y que pueden hacer que las cosas ocurran), el compromiso (personas que están muy implicadas en sus actividades cotidianas a las que dedican sus mejores esfuerzos) y el reto (consideran el cambio como una parte natural de la vida que les proporciona la posibilidad de desarrollarse).

La doctora Kobasa subraya que hay muchas cosas que la personas puede hacer para aumentar su nivel de resistencia al estrés. El mejor modo de desarrollarlo consiste en reconciliarse con nuestra vida y estar dispuestos a cuestionarnos dónde va nuestra vida y cómo puede verse enriquecida por decisiones y cambios concretos que podemos hacer en los dominios del control, el compromiso y el reto.

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