La importancia de los detalles

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En 1969 se realizó un experimento sociológico, que medio siglo después sigue siendo altamente significativo. Fue idea del psicólogo Philip Zimbardo, y acabaría dando lugar a la "Teoría de las Ventanas Rotas".

El experimento se inició abandonando un coche en medio del Bronx. En aquella época el barrio neoyorquino era muy pobre y conflictivo. Con el objeto de observar qué sucedía, Zimbardo aparcó el vehículo con las placas de matrícula arrancadas y dejó las puertas abiertas. 

Tan solo diez minutos después, el coche empezó a ser desvalijado. 72 horas mas tarde ya no quedaba nada de valor en el automóvil, que  a partir de ese momento fue destrozado salvajemente. 

Esa fue solo la primera fase del experimento. En la segunda, abandonaron un coche exactamente igual en un entorno de estatus opuesto, la acomodada urbe de Palo Alto.  La primera semana el vehículo permaneció intacto,a diferencia de lo que había ocurrido en el Bronx. Entonces, Philip Zimbardo tomó la decisión de intervenir.

Con un martillo se dedicó a abollar la chapa del coche y rompió una de las ventanas. El vehículo mostraba ahora señales de vandalismo y abandono. ¿Qué sucedió entonces? Zimbardo comprobó como a partir de que el coche mostrara un deterioro manifiesto, también los habitantes de la pequeña ciudad californiana se ensañaron con él. 

Con la misma rapidez de los vecinos del Bronx, el resto de ventanas fueron destrozadas y luego otras partes de vehículo. La conclusión que se derivó del experimento fue la siguiente: cuando no reparamos una ventana rota, las otras no tardarán en ser destrozadas porque estamos transmitiendo una idea de abandono. 

Este experimento es una metáfora muy elocuente de lo que sucede con  nuestra existencia, cuando dejamos de cuidar los detalles, y es lo que al final acaba marcando la diferencia entre el éxito y el fracaso, tanto a nivel laboral, social, familiar....

Las ventanas rotas están detrás de todas las relaciones que se deterioran. Si en la empresa, por ejemplo, cuando se produce un enfado o un desacuerdo no lo subsanamos, estamos dando paso para que el estropicio sea cada vez mayor, hasta que llegue un punto en que sea irrecuperable. La calidad de los pequeños detalles en las relaciones, es síntoma de buena salud en la empresa.


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